Los ofertones
lunes 28 de enero de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Será cuestión de hacerse con una libreta para ir apuntando todas las promesas electorales. La penúltima, de nuestro insigne vecino el señor Buesa - el comandante de las filas peperas de Mañolandia -, recalcaba que los suyos estaban contra el trasvase del Ebro. Lo soltó como si en Madrid, los de su partido comieran sopas con honda, y después de largar el ripio se quedó el hombre tan pancho. Muchas de las propuestas que ahora se hacen tienen similar compostura. Se trata de realizar el comentario con desvergüenza, firmeza y poniendo jeta de mucha convicción. Igual que si estuvieras frente al polígrafo pero sin cables ni cachivaches que determinen la verdad de tus conjeturas, y así da gusto abrir la boca. Zapatero, por ejemplo, dijo que crearía dos millones de empleos durante los próximos cuatro años. No aseguró a nadie cómo pretendía conseguirlo. Aunque lo hubiera hecho se podrían destruir durante su mandato el doble de los que vaya a promover, de modo que resultará harto complejo determinar al final - en el caso de que salga elegido - si cumplió o no con su palabra. Es de cajón que Rajoy, para no ser menos, igualaría la oferta socialista, pero aún me hago cruces de por qué no animó el cotarro jurando por lo más sagrado que iba a crear cuatro millones. O diez. A la hora de hacer cómputos, apenas tiene importancia que el trabajo dure cinco días. En el mercado laboral las encuestas son gruesas y manipulables, tanto o más que las políticas. Las encuestas electorales sitúan ahoran en peor posición a los conservadores y hubiéramos comprendido perfectamente que Rajoy se pasara cinco pueblos. De hecho se pasa continentes enteros por el forro de su corbata cada vez que suelta la lengua. No desesperemos, como hasta el 9 de marzo todavía quedan días, aún tiene tiempo de sobrarse lo que haga falta. Me extraña que no doblase el último órdago del presidente en funciones. Sería delicioso que Hacienda nos devolviese, no ya cuatrocientos euros, sino ochocientos o mil. ¿Qué mas da? Las palabras se las lleva el viento, incluso las que están escritas. El problema es que el Estado no regala la pasta que nos recauda, que no crea empleo así porque sí . Puede elevar tranquilamente los impuestos indirectos - los que cargan la venta de los productos de consumo - y recuperar esos cuartos en un pispás. Puede hacer que el trabajo sea todavía más precario ( si es posible algo semejante) y crear empleos-basura a porrillo. Las diferencias entre los partidos más grandes dependen casi siempre de las empresas que los apadrinan, y de ahí emergen muchas de las propuestas ideológicas reales. Ninguno de ellos habla de las empresas de armamento de este país, pues la industria del ramo no da puntada sin hilo y apoya a los dos bandos. Siempre ha sido así y si no me equivoco lo seguirá siendo. CASA, Indra, General Dinamycs-Santa Bárbara, ITP Zamudio, Gamesa Industrial, Explosivos Alaveses e Iveco-Pegaso están muy contentas con ambos partidos. Sus accionistas (desde Alcatel a IBM, pasando por el Banco Zaragozano o el Corte Inglés ) se fuman un puro de la risa que les entra. ¿Será que vivimos en Jauja?

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