El Cuaderno de Sergio Plou

      

lunes 4 de febrero de 2013

La neblina del poder




  Mientras se analiza con lupa en los periódicos cada uno de los pagos de Bárcenas, y ante la negativa de Mariano a reconocer que cobró veinticinco mil euros anuales durante más de una década, los más finos analistas comienzan a diseccionar la situación política que se ha creado tras el escándalo de los sobres. A muchos les sorprende que dos cabeceras tan antagónicas, como El Mundo y El País, terminen compitiendo con cierta saña a la hora de destripar las mangancias del partido en el gobierno. Y todavía les resulta más pasmoso que las demás, incluso las dirigidas por lo que se ha venido en llamar el TDT party, les sigan la corriente. Nunca se había dado semejante unanimidad en poner al gobierno a caer de un burro. ¿Estamos hablando de que la prensa, al margen de sus afinidades y negocios, aún es capaz de comportarse de una forma profesional o es que hay gato encerrado? Parodiando a Carme Chacón, podríamos afirmar que la corrupción no es ninguna fatalidad porque siempre tiene una solución. ¿Y cuál es?

  Supongo que la de poner en marcha la espesa maquinaria de la justicia y permitir que a los culpables, en su mayoría aforados, les caiga encima todo el peso de la ley. El problema es qué se hace después con las instituciones y cómo se gobierna tras un cataclismo de este calibre. Teniendo en cuenta que hablamos de una mangancia generalizada en la misma cúpula del poder, sería fácil vendernos que la regeneración del sistema se produciría mediante una presidencia tecnócrata al estilo italiano. Y es aquí cuando nace la sospecha. Tomando el rábano por las hojas podríamos insinuar que un presidente como Mariano carece de la ética suficiente como para seguir recortando derechos sociales y privatizar lo que se le ponga por delante. No creo que la ética haya sido un impedimento para este gobierno ni para ningún otro, aunque la contestación ciudadana difícilmente aceptaría de un presunto delincuente que continuara en sus trece como si nada hubiera ocurrido. Así que llevarse por delante a Mariano permitiría a su sustituto coger las tijeras y seguir los recortes. ¿Quién sería esta persona?

  Se habla de Soraya, la vicepresidenta, que no aparece en los papeles de Bárcenas (quizá porque sólo abarcan hasta 2008). Esta opción, si fuera el caso, permitiría continuar en el gobierno al PP mientras la justicia hace sus deberes. El otro nombre que se escucha es el de Almunia, comisario europeo, para lo que sería necesario un pacto de estado -del que tanto se habló al principio de la crisis- entre los dos partidos mayoritarios. La tercera pata de la mesa corresponde a la situación que estamos viviendo ahora, con un gobierno enrocado que dilataría al máximo la dimisión de Mariano y sus ministros, negándolo todo hasta que no pueda más. Sin embargo, la resolución más lógica del problema no sería otra que la de concluir la legislatura a la mayor brevedad posible y convocar nuevas elecciones. Si le añadiéramos además la creación de un nuevo proceso constituyente, tal vez la clase política recuperase cierta credibilidad, pero no caerá esa breva. Aparte de la presión mediática y judicial, todo depende de la reunión en Berlín con la Merkel y de la fantasmal charleta que el presidente del banco central europeo dará a puerta cerrada en las Cortes la semana que viene. El resto es tan solo especulación.