Inteligencia cívica
miércoles 1 de junio de 2011
Sergio Plou
Artículos 2011

   El gremio de los publicistas no dejará pasar la oportunidad. Semejante cantera de imaginación desperdigada por la calle y al alcance de vendedores sin escrúpulos, constituye tal filón de ideas que, convenientemente manipuladas, alumbrará territorios idiotas para el mercado de consumo. Los panfletos y carteles de las acampadas, los ripios de mayor éxito y popularidad, lo mismo construirán reclamos turísticos de impagable surrealismo que vehículos, tarifas planas y hasta camisetas, gracias a las cuales podremos viajar alegremente hacia una libertad pacífica, respetuosa y rejuvenecedora. Si me apuran, se fabricarán incluso cojines con las almohadillas del twitter y sin embargo este guirigay de
asambleas no ha hecho otra cosa que comenzar.

   Soy consciente de que la pureza de las revoluciones no permanece intacta demasiado tiempo, tal vez porque resulta contagiosa o porque la gente que tiene dinero de verdad no duda en invertir lo que haga falta en desarticularlas. El mensaje de la actual, la exigencia de una democracia auténtica, ha calado en partidos políticos, entidades financieras, medios de comunicación y hasta en los poderes fácticos, otra cosa es que asuman sus errores y transformen sus conductas. Más bien buscan la cosmética de empresa, el lavado de cara y el anuncio facilón para convencer a la gente de que las estructuras se modifican, aunque no se muevan ni un milímetro. Los conservadores del PP (o los de CiU)comprenden con claridad que en última instancia son ellos los que tendrán que comerse el marrón de los indignados, por eso desdeñan lo que oyen mientras buscan que sus socios naturales (los del PSOE) hagan el favor de hacerles el trabajo sucio, exigiéndoles que limpien las plazas de acampados antes de que ellos tomen el poder.

Anuncio rodado por Isabel Coixet, sobre las ideas
de Lisa Abend, muy criticado por los «aprendices» de El Bulli

  Llevo unos días siguiendo de cerca el movimiento que surgió a raíz de las manifestaciones del pasado 15 de mayo y no deja de sorprenderme por su constancia, inteligencia emotiva y humildad. En el proceso he escuchado críticas de amplia resonancia, casi todas se proyectan contra la ingenuidad de sus argumentos y la lentitud asamblearia en la toma de decisiones, pasando por insultos y descalificaciones de toda índole. Incluso ha surgido dentro de la spanish revolution un movimiento analítico que vigila de cerca a los organizadores. A su juicio, son gente muy próxima al sistema económico, gozan de medios tecnológicos, trabajan en la sombra y tras la victoria del PP en las pasadas elecciones han ido desapareciendo de las acampadas. Con ellos se ha evaporado buena parte de los recursos que aportaron, sobre todo en la Puerta del Sol: desde la parabólica a las placas solares, casi dos tercios de los grupos autógenos y la soberbia megafonía que garantizaba la audición. Los conspiranóicos están realizando una labor impagable, una documentación exhaustiva, la que ningún medio de comunicación realiza, y su único fin es mantener la honestidad del movimiento y la continuidad del proceso asambleario. Están preocupados por la manipulación externa, pero también por la interna, la que se mueve entre comisiones, moderadores y facilitadores. Son la voz crítica del proceso, la garantía de su frescura y sin duda el ariete más concienciado del 15-M. Se resisten a quedar reducidos a un simple experimento sociológico y a menudo ponen el dedo en la llaga. Están ahí y quieren más.

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