El Cuaderno de Sergio Plou

      


sábado 22 de septiembre de 2007

Espacios emocionalmente inteligentes




      No sabía que entre mis múltiples talentos se ocultaba una disposición natural hacia el Feng Shui. Me bastó un comentario halagador de mi compañera sentimental sobre la decoración de mi casa para que me interesara por el asunto y fue de una gran ayuda la bibliografía que me adjuntó. También le pregunté a mi madre, que es la experta familiar en cosas extrañas, pero no supo responderme, sigue muy ocupada con Donato arreglándose los chakras. Recuerdo que mi ex miró al techo y puso los ojos en blanco cuando le pregunté a mi hijo si tenía una brújula. Entonces saqué a colación mis primeras averiguaciones sobre el Chi y los Mapas Bagua porque estaba interesado en la habitación del chaval. Más concretamente en la orientación de su almohada hacia el norte. Por lo visto es de vital importancia (mucho más que estudiar o forjarse un porvenir), el hecho de despertarse cada mañana correctamente encauzado en la dirección más idonea. Lo que ocurre si duermes orientado hacia el sur o hacia el oeste, según el Feng Shui, no es ninguna tontada. No somos conscientes del mal rollo que produce el desorden y tampoco del cambio que se produciría en nuestras vidas si nuestros hogares y trabajos estuvieran diseñados para fomentar la energía positiva, lo que llaman el Chi.

      El mapa bagua, que es el GPS de los edificios sanos, se superpone al plano de nuestro pisito y el resultado suele ser catastrófico. Nos damos cuenta de que hemos puesto el sofá en el área de los viajes, de modo que no habrá forma humana de despegar el culo del eskay. Lo mismo ocurre con la creatividad, que ocupa el garaje. Descubrimos que toda nuestra fama y reputación se está hundiendo desde hace años en el retrete, que la cocina se apodera de la prosperidad, que el saber y la cultura se han enterrado fuera, en el patio de luces. Cuando comprendes que tu carrera profesional está a punto de desaparecer por las escaleras del rellano camino del sótano, no sólo se abre un mundo de reformas a tu alrededor, es ya el acabóse. No es mi caso. Todas las habitaciones me cuadran, aunque sea de una forma sutil,en las casillas de l Bagua. Un servidor por lo visto lleva el Feng Shui instalado de fábrica. Tal vez haya equivocado la vocación. Tal vez hubiera podido ganarme la vida diseñando espacios emocionalmente inteligentes.