El Cuaderno de Sergio Plou

      

jueves 31 de enero de 2013

En descomposición




  Curados de espanto y al mismo tiempo atónitos, escuchamos a Cospedal anunciando acciones legales ante la prensa y contra la misma prensa, negando una y otra vez que exista una contabilidad ilegal en el partido del gobierno. No le tiembla el garganchón. Ni asomo de vergüenza. Tras el alumbramiento de las libretas contables de Bárcenas, donde encontramos retratada a toda la plana mayor del PP —incluido Mariano— recibiendo sobresueldos durante años, se niega cualquier explicación al respecto. No es de extrañar que sus votantes se pregunten ahora si no habrán elegido por mayoría absoluta a un gobierno de defraudadores fiscales. Gente que se esconde tras el poder, que aumenta los impuestos con alegría, que asegura que no consta ni deja de constar que se lo hayan comido crudo —algunos durante décadas— se siguen encogiendo de hombros como si estas mangancias se hubieran producido en un universo paralelo, y fueran sus dobles en otra España los que estuviesen forrándose en su nombre. Hasta los peritos calígrafos de la policía se ofrecen para descifrar el misterio. Incluso la embajada norteamericana en Madrid presiona a Mariano para que mueva el culo y abra la boca.

  La única conclusión que puede extraerse del silencio y las negativas es que en la calle Génova y en la Moncloa carecen de argumentos para desbaratar el aluvión de carroña que se les está viniendo encima. Quizá por esa razón hayan fijado un cónclave el próximo sábado. Para entonces supongo que se conocerán más detalles en torno a los constructores y demás empresarios que han ido aflojando la billetera sobre el partido popular. Ya han quedado francamente en entredicho unos cuantos, como Mercadona o Fomento de Construcciones y Contratas. Hasta ahora nos hemos fijado en quién cobraba dentro del partido y del gobierno, pero fuera de estos ámbitos también se realizaron otras gratificaciones, de esta forma surgen nombres propios como el de Jiménez Losantos o incluso el de asociaciones como Basta Ya, la cantera de UPyD. En la lista publicada, junto a las cantidades, apunta Bárcenas en ciertos casos los conceptos que remunera, dando lugar a trajes, camisas y corbatas. En otros detalla el importe como si correspondiera al montante final de varios cobros y en los demás especifica el perceptor y la cantidad, que repite de manera trimestral, semestral o anualmente. Basta con tirar de calculadora para saber que Mariano, el presidente del gobierno, ha cobrado veinticinco mil euros durante una década larga de sobresueldos. ¿Y los declaró en Hacienda?

  Ésta es la madre del cordero. Aunque los delitos prescriben a los cuatro años y al Tribunal de Cuentas le cuesta cinco aprobar la contabilidad de cada partido político, probablemente ninguno de los que figuran en los negros papeles de Bárcenas, con la ley en la mano, terminarán un día en la trena. Con suerte, y es mucho decir, pagarán los impuestos que les correspondía abonar en su momento. Sin embargo, el hecho de que hayan salido a la luz pública sus tejemanejes debilita todavía más al gobierno, cuya ética se ha desmoronado por completo a la hora de pedir sacrificios, aplaudir los recortes y favorecer las privatizaciones. Salvo los partidos minoritarios, algunos de los cuales han pedido ya la dimisión del gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas, la clase política en general está salpicada por la corrupción y de ninguna manera remonta su credibilidad a ojos de la ciudadanía. Al contrario, cada día que pasa se devalúa más, hasta el extremo de que los eslóganes quincemayistas, sobre la falta de pan para tanto chorizo o que lo llaman democracia y no lo es, si al principio de la protesta resultaban esclarecedores ahora se nos antojan indiscutibles.