Cincomarzada
miércoles 5 de marzo de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Nos ha caído de pronto una rasca endemoniada y estamos de nuevo en alerta naranja, en esta ocasión debida al riesgo de que el cierzo entre en metamorfosis y adquiera el rango de vendaval. A lo largo del día de ayer hubo instantes en que llegué a creer que nevaría, lo que me indujo a pensar que el cambio climático es un personaje propenso al humor irascible y que a menudo se va de la olla. El lunes, por ejemplo, gozábamos de una primavera veraniega - con veinte grados al mediodía - y sin comerlo ni beberlo nos hemos plantado de pronto en la tiritona. Si no se da vuelta al calcetín, la Cincomarzada pedirá a gritos hoy una bufanda y una buena fogata. No es plato de mi gusto la celebración de una algarada carlista, pero de aquella farra tan sólo se ha perpetuado la mentalidad de acudir a la arboleda más próxima a pasar el rato, generalmente cocinando unas viandas y vaciando unas botellas, lo que promueve soberbios pedales y magníficas tripadas. Actividad lúdica y campechana como pocas, la jornada del 5 de marzo se celebraba a orillas del Ebro en la arboleda de Macanaz y después, visto cómo quedaba el terreno tras el sarao, la enquistó el alcalde en el parque del Tío Jorge y después en el de Oriente. Salta a la vista que estos lugares no son capaces de soportar el impacto.
    Es evidente también que a los zaragozanos, aunque sea una vez al año, nos priva montar un rancho a la intemperie. Y más, si el tiempo lo permite, cuando hacemos tumbing en la hierba buscando la sombra de un pino. Pero no cabe duda de que la multitud arrambla con todo. Aparecen megáfonos, altavoces y tenderetes de toda índole, y lo que en principio era un eufemismo campestre se ha convertido en un guirigay urbanita de tomo y lomo. No me cabe la más mínima duda además de que en plena campaña electoral se va a llenar el parque de folletos, banderas y tonadillas partidistas, que acudirán en pleno los próceres a retratarse mientras se atan la servilleta al cuello y se jalan unas costillas, de modo que la brasa está asegurada. Sólo podría evaporarse mediante la intervención climática, siempre tan impredecible, pero en el encono electoral es fácil que las sufridas bases políticas, estimuladas por el acontecimiento, acudan a bregarse la zona. No sería la primera vez así que, salvo error u omisión, conviene darse aire. Lo que no me explico todavía es cómo el ayuntamiento no ha generado un cincomarzódromo, o un semanasantódromo (que también merece la pena). De la misma forma que es incívico machacar todos los años un parque, es un cachondeo paralizar una ciudad porque a unos señores se les antoje salir a tocar el bombo. Hay afectados por las fiestas, que se quejan siempre de dónde se levanta la carpa del Interpeñas o las atracciones de las ferias. Los hay también que se revuelven por el Rastro o por los conciertos de rock. Los parques, sin embargo, no protestan. Es obvio que si se pretende continuar la fiesta en el parque de Oriente habría que habilitarlo para tal cometido. Porque de seguir así, en unos años quedará para el arrastre.

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