Abducciones
sábado 6 de diciembre de 2008
© Sergio Plou
Artículos 2008

    Las operaciones de falsa bandera han sido tantas en la Historia de la Humanidad y lo siguen siendo, hasta el extremo de que muchas veces ya no sabemos cuál es auténtica y cuál es ficticia. Tienen en común, y he aquí lo interesante, un puntito de verdad todas ellas. La última y más conocida, que causó la muerte de miles de personas, que provocó una guerra y la pérdida de libertades civiles en el mismo país que sufrió el golpe, es la de las Torres Gemelas en Nueva York. Evidentemente no fue como nos contaron, pero difícilmente podremos algún día señalar quiénes lo llevaron a cabo y con qué razones. Salta a la vista que fue una demolición controlada y no producto del estrellamiento de aviones en la cúspide de los rascacielos.
    El asunto es tan pasmoso —y nos viene tan grande su investigación— que causa perplejidad asumir que un puñado de mercenarios puedan volar edificios con gente dentro para que sus jefes ganen una pasta gansa, pero la historia está sembrada de multitud de conflictos que tienen la misma raíz: matar gente a cambio de dinero. Da lo mismo su nacionalidad, siempre y cuando sus cadáveres sean rentables. El problema estriba en demostrar lo que se cuenta. El gobierno americano ofreció un terrible espectáculo televisado a los seis continentes, pero no entregó ninguna prueba. Casi nunca lo hace, de ahí que siempre nazca la sospecha y la teoría de la conspiración. Siempre se juega al espionaje, los intereses de las grandes multinacionales y el barro de las empresas de armamento. Es fácil hallar en este macabro juego fisuras de tamaño considerable, incluso en las propias imágenes que nos presentan los gobernantes para argumentar futuras acciones. A esta mentalidad maquiavélica se la denomina de falsa bandera, contraterrorismo, espionaje o alto secreto. Desde los vuelos de Guantánamo, cuyos papeles se han perdido en España últimamente, a los atentados de Bombay, todo vale en política internacional para obtener resultados. No es raro pues, que ante la debacle económica en que se encuentra Estados Unidos surjan sujetos sin ningún escrúpulo que, al rebufo de los acontecimientos, inyectan ideas arcaicas utilizando resentimientos raciales muy peligrosos en su propio beneficio.
    A estas alturas, la mayoría de los internautas han visto ya a un individuo que trabajaba de comentarista en una emisora de radio estadounidense presentándonos la moneda que, a su juicio, Norteamérica está acuñando «muy en secreto» y a marchas forzadas —el Amero— con la idea de quitar de enmedio al dólar en apenas seis meses. Pues bien, acabo de encargar unos cuantos «ameros» y cuando los tenga en mis manos —durante este mes, según la empresa que me los proporciona— igual me monto también un video en YouTube para hacerme famoso y vivir del cuento. Lo que nunca se me ocurrirá es ponerme a echar pestes sobre las gentes de color y cosas por el estilo. Me parece una abominación manejarse con estas mentalidades en pleno siglo XXI, pero es que en Yanquilandia sigue habiendo mucho carca con rifle en el dormitorio y entre ellos está adquiriendo fama y punch, de hecho tiene millones de entradas diarias en su web a costa de los ingenuos.
    Nadie duda en la Red, de que este sujeto fue arrancado del micrófono por las ideas racistas que escupía a diario, no por la leyenda urbana del Amero. Turner, creo que así se apellida, es un facha de los más impresentables y hace unos días le han acusado además de ser un agente encubierto del FBI. ¿Es verdad? Quién sabe. Yo lo sigo de cerca como si se tratara de Carlos Jesús, el que venía de Reticulín, o como si fuese uno de los cazafantasmas. A medio camino entre Carrascal y Federico J. Los Santos, pero mucho más canalla, ahora está empeñado en que Obama no tome posesión de la Casa Blanca porque no nació en los USA. De hecho no se encuentra su partida de nacimiento en Hawai. ¿Es verdad? Quién sabe. En cualquier caso, el joyero yanqui que manda a la Casa de la Moneda sus medallas y monedas para que las acuñen, las ha vendido ya casi todas. Se ha forrado. Ahora por lo visto el zutano exlocutor está sacando en su web unos billetes de Amero, muy poco creíbles, en los que aparece el Big Ben, alguna pagoda y un especie de gamo que bien podría ser un canguro. En fin, todo un chasco. Puestos a la conspiranoia, circulan por la Red un montón de bulos que adquieren de pronto visos de realidad porque nadie se cree nada. O lo que es lo mismo, cualquier cosa resulta creíble. Como en los periódicos y las televisiones, conviene pasar de puntillas con todo lo que se lee por Internet. Todo tiene algo de verdad, pero también de mentira. La información es un arma poderosa y de doble filo.

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